El peyote, Lophophora Williamsii, es un cactus ancestral venerado por culturas indígenas por sus propiedades medicinales y rituales, ha encontrado su camino hacia nuestros hogares como una planta de interior fascinante. Sin embargo, su cuidado es todo un arte. En este blog, te guiaré a través de los cuidados esenciales para mantener tu peyote feliz y saludable en una maceta, desde el riego hasta la exposición al sol, e incluso cómo transplantarlo con éxito.
Transplante del peyote.
Transplantar el peyote es una tarea que debe abordarse con cuidado para evitar dañar sus delicadas raíces. Es mejor realizar este proceso en primavera o verano, cuando la planta está en su período de crecimiento activo.
Al elegir una maceta nueva, asegúrate de que tenga un buen sistema de drenaje para evitar el encharcamiento, es decir, asegúrate que tenga muchos orificios en su base para que todo el exceso de agua salga fuera sin dificultad.
Usa una mezcla de sustrato especial para cactus, en Psycodelice confiamos en este sustrato de Composana para cactus, pero también puedes hacer la tuya propia combinando tierra para macetas con arena gruesa y perlita a partes iguales.
Vamos a ver ahora cómo es el proceso de transplante del peyote:
- Saca suavemente el peyote de su maceta actual, cuidando de no dañar las raíces.
- Elimina con cuidado el exceso de tierra vieja de las raíces, asegurándote de no romperlas.
- Coloca una capa delgada de sustrato fresco en el fondo de la nueva maceta.
- Coloca suavemente el peyote en la maceta y rellena con más sustrato, asegurándote de que esté nivelado y firme.
- Deja que la planta descanse durante unos días antes de regarla nuevamente para permitir que se adapte al nuevo entorno.
Riego del cactus peyote
El peyote, como muchos cactus, es resistente a la sequía. Por lo tanto, es crucial no excederse en el riego. Una regla de oro es permitir que la tierra se seque completamente entre riegos.
Esto puede significar regar solo una vez al mes durante los meses más frescos y una vez cada dos semanas en verano. La clave está en observar la planta: si las arrugas comienzan a aparecer en su piel, es una señal de que necesita agua.
Otro aspecto muy importante es el modo de riego, nunca riegues tu peyote echando el agua por la superficie de la tierra o mojando el peyote, riega siempre el plato que contenga la maceta y deja que la tierra vaya absorbiendo sola el agua.
La cantidad de agua de agua dependerá de lo grande que sea la maceta y lo seca que esté la tierra, para ir cogiéndole el truquillo a tu peyote ve echando de poquito en poquito, dejando que pasen al menos 20 minutos entre riego y riego, hasta que veas que la superficie del sustrato esté mojada. Y poco a poco irás sabiendo cuánta agua hay que echar a tu peyote sin necesidad de hacerlo de poquito en poquito. Paciencia.
Exposición al Sol:
El peyote prospera en plena luz solar, pero la transición debe ser gradual. Cuando recibas tu peyote, colócalo en un lugar con luz indirecta durante unos días para que se aclimate. Luego, introdúcelo gradualmente a la luz solar directa, comenzando con solo unos minutos al día y aumentando gradualmente la exposición. En verano, puede disfrutar de hasta 6 horas de sol directo al día, mientras que en invierno se beneficiará de unas 4 horas.
En verano si es posible evita las horas más calurosas del día a pleno sol, si ves que tu peyote blanquea es porque está teniendo demasiada exposición al sol.
Siguiendo nuestros consejos, podrás cuidar tu cactus peyote con confianza y disfrutar de su belleza única durante muchos años.
Recuerda siempre honrar su herencia ancestral y tratarlo con el respeto que se merece. ¡Feliz cultivo!